FORO BORDERLINE MEXICO

viernes, 30 de agosto de 2013

¿Cuáles son los síntomas relacionados con TLP en los niños?

¿Cuáles son los síntomas relacionados con TLP en los niños?
 


Mientras que con los adultos hay una estructura clara en cuanto a los síntomas necesarios para llegar a un diagnóstico positivo de trastorno límite de la personalidad (TLP) en los niños también hay varios signos diferentes de alerta temprana que puede indicar un problema en particular:

    * Autolesiones
    * Relaciones inestables
    * Aactitud defensiva
    * Reacciones emocionales exageradas

Autolesiones en los niños

El corte es una forma cada vez más común de autolesión y si uno ve en los niños signos de heridas abiertas o pruebas de cortes, quemaduras o arañazos, es importante buscar el asesoramiento del médico de familia o de un profesional de salud mental.

Las personas que se autolesionan (niños o adultos) a menudo atacan a los brazos, las piernas y el torso superior. Otros síntomas de las autolesiones son marcas de quemaduras o moretones frecuentes sin ninguna explicación lógica.

Si el niño se autolesiona los padres  deben tocar el tema con gran sensibilidad, ya que es muy  probable que el niño se sienta culpable y  con vergüenza. Sintomas asociados normalmente al propio acto de cortarse o hacerse daño.

Las relaciones inestables en los niños

Aunque la mayoría de los adultos pueden mirar hacia atrás en sus recuerdos de infancia o fotografías y recordar uno o dos amigos de la escuela, esto no suele ocurrir con los afectados por TLP. Los niños que padecen TLP normalmente luchan por mantener una estrecha amistad, como resultado directo de su condición y su miedo a no ser aceptados.

La actitud defensiva en los niños

Esto se refiere a cuando un niño responde con ira inapropiada o incluso desaliento total como resultado de situaciones cotidianas. Los ejemplos incluyen cuando un niño deja de ser invitado a la fiesta de cumpleaños de un compañero de clase o si no ha sido capaz de hacer una actuación del colegio como se debía. Como resultado, el niño puede llegar muy enojado, al punto que las emociones suelen ser extremas o fuera de control. Otro ejemplo es cuanod el niño que cree que un maestro es demasiado crítico, o, si el niño recibe una amonestación en clase o en un examen, el niño puede experimentar sentimientos de desesperanza absoluta y el rechazo.
Aunque puede argumentarse, por supuesto, que al igual que con los dos últimos síntomas o señales de alerta, todos los niños pueden reaccionar de forma exagerada con frecuencia a situaciones cotidianas, es la intensidad y gravedad de dichas reacciones, las que pueden ser una causa de preocupación.

Un comportamiento identificado como una reacción emocional exagerada de forma intensa puede ser cuando un niño se le dice que no puede estar despierto mas allá de las 21:00 y, en respuesta, el niño le da un ataque que consiste en balanceo, arremetiendo contra los demás, golpes en las paredes, gritar o amenazar .

Como se destacó anteriormente, existen diversas manifestaciones, en particular en términos de autolesion, que requiere que los padres esten vigilantes y dispuestos a buscar consejo médico. Con el fin de gestionar mejor las situaciones cuando los síntomas aparezcan, es importante tener reuniones periodicas con el especialista para conseguir una comunicación saludable. Esto Puede ser muy útil para que los padres sepan como establecer rutinas diarias al niño  y asi ofrecerles seguridad, ademas de facilitar la relación para que los niños puedan compartir sus sentimientos y emociones.

Fuente: Elliott, C. & Smith, L. (2009) Borderline Personality Disorder for Dummies New Jersey: Wiley Publishing.
 

Testimonio de una madre de un afectado por Trastorno Límite: "Fui una madre maltratada"

Testimonio de una madre de un afectado por Trastorno Límite: "Fui una madre maltratada"
No quiere revelar su identidad por vergüenza, pero accede a contar su historia bajo un nombre falso: Violeta. Durante 6 años, esta mujer paraguaya fue víctima de maltrato a manos de su hija adolescente: gritos, insultos, golpes e incluso lesiones sumieron a toda la familia en un infierno que muchos no comprendían. Tras pasar por varios psiquiatras, su hija, Elena, fue diagnosticada con un trastorno límite de personalidad.
Pasaba del cielo al infierno en un solo día”, explica Violeta, “había momentos en que era tiernísima y amorosa conmigo, y no quería separarse de mi, y de pronto, tenía un brote y me pegaba, delante de sus hermanos pequeños. Para mi fue terrible, un horror, porque yo me sentía una madre maltratada.” Esa fue la peor etapa que relata Violeta de la relación que tuvo con su hija Elena durante 6 largos años de su vida. Madre de 3 hijos, Violeta quedó sola al cargo de ellos cuando todavía era joven, puesto que se divorció de su marido. Este se marchó a vivir al extranjero, y una vez al año volvía a Paraguay para ver a sus hijos. “Cuando volvía quería resolver en un día todo lo que no arregló en un año, entonces pegaba a los niños con el cinturón, y les pegaba mal”, explica. Violeta cree que esos episodios fueron un semillero para lo que luego aconteció.
Mujer trabajadora, Violeta pasaba mucho tiempo fuera de casa, y dejaba sus hijos con una criada que se hacía cargo de ellos. A los 4 años, su hija le hizo una confesión: “Me dijo que un tío de mi ex marido le tocaba la vagina, y yo, que sufrí lo mismo a su misma edad, puse medidas para evitarlo, y le dije a la criada que no permitiera que el tío estuviera a solas con mi hija”. El presunto abusador negó rotundamente la agresión, y Violeta se quedó con la duda que todo hubiera sido fruto de la fantasía de Elena. “A esa edad era mucho de mentir, explica, y por ello no tomó más cartas en el asunto.
Elena fue creciendo, ejerciendo el papel de hermana mayor con mano dura. “Como yo estaba todo el día fuera de casa trabajando, ella quería ser la mamá de mis otros dos hijos y cuando no la obedecían los pegaba, como hacía su padre”, explica Violeta. La situación familiar se complicó cuando la niña entró en la pubertad. A los 13 años, cayó en la bulimia, un trastorno en la conducta alimentaria que la llevaba a comer compulsivamente y luego a vomitar. El origen de esta enfermedad es nervioso y sus afectadas, mayoritariamente mujeres, sienten una profunda insatisfacción con ellas mismas, lo cual las lleva a autolesionarse de esta manera, con el objetivo de adelgazar.
Elena le contó a su madre lo que hacía a escondidas y Violeta, que en ese momento pasaba por dificultades económicas, pidió ayuda al padre de la criatura para internarla en un centro especializado. Él le negó el apoyo y Violeta, desesperada, tomó una determinación: dejar a sus hijos con una empleada doméstica y marcharse a España a buscar trabajo. “Un amigo nos comentó que en España podrían atender a mi hija gratuitamente si yo encontraba trabajo, así que sin nada seguro, dejé a mis 3 hijos en Paraguay y me marché a España”, relata.
Esos fueron 3 meses muy duros. Nadie contrataba a Violeta a pesar de su formación universitaria y de su dilatada experiencia como trabajadora en una oficina, así que al cabo de dos meses y medio, tomó lo único que se le ofreció: cuidar de una señora de 95 años. “Todos los días hablaba con mis hijos y los 4 llorábamos porque ellos se sentían abandonados, y yo me sentía muy mal por tener que dejarlos con gente extraña, pero ¡quería algo mejor para ellos!”- se justifica. “Luego me di cuenta que mi viaje a España fue apresurado, y que no era el momento de irme”, cuenta arrepentida.
Una última conversación telefónica con su hija le hizo tomar la decisión de regresar: “Mi hija me contó que estaba tomando unas pastillas para adelgazar, y que le habían provocado un paro cardíaco”, explica. ¿De dónde sacó las pastillas? Del cuarto de baño de su madre. Violeta las había comprado años atrás por indicación médica, como tratamiento preoperatorio para realizarse una reducción de grasa abdominal. Sin embargo, dejó de tomarlas repentinamente cuando supo que las pastillas eran anfetaminas, y éstas quedaron olvidadas en un cajón hasta que  Elena las rescató. Obsesionada con el peso, Elena aumentó la dosis diaria y pasó de tomar una pastilla al día a tomar 5, 6 y hasta 7.
Alarmada, Violeta volvió a Paraguay, y ya en casa notó que su hija había cambiado. “Estaba muy acelerada. Ella antes era muy dócil pero se había vuelto muy agresiva y altanera”, recuerda. Preocupados, con su ex marido llevaron a su hija al psiquiatra, donde le diagnosticaron un síndrome bipolar, un trastorno que combina episodios de depresión con otros de euforia desproporcionada. Con el fin de equilibrar su estado anímico, le recetaron medicación y le prohibieron tomar más anfetaminas.
Elena, enferma de bulimia, trató por todos los medios de continuar con las pastillas que la adelgazaban, hasta que su madre la descubrió. Sin pensarlo dos veces, tiró por el retrete todas las anfetaminas escondidas, y Elena, cuando lo supo, montó en cólera y descargó toda su rabia contra su madre: “Me empezó a hacer reproches, me echaba en cara que la hubiera abandonado cuando me fui a España a trabajar, sin darse cuenta que yo lo había hecho por ella, y me acusó de no haberla protegido cuando el tío abusó de ella a los 4 años”. La recriminación dio paso a los insultos, y estos a la violencia. Violeta nunca hubiera sospechado lo que pasó: “Se puso hecha una furia, agarró una botella, la rompió y ¡me atacó! Me quedé tan asustada, ¡parecía poseída!”, explica enseñándome una de las cicatrices que le quedaron en el brazo.
Violeta, desesperada y presa del pánico, huyó de su hogar llena de cortes y sangrando, y tras reunirse con sus dos hijos menores, que afortunadamente no estaban en casa, fue a poner una denuncia por la agresión. Elena se quedó sola en el domicilio fuera de sí, rompiendo todo lo que encontraba a su alcance. Cuando ya no le sirvieron los objetos, trató de quitarse la vida. 3 patrullas de policía se presentaron en su casa a tiempo y se llevaron a la adolescente a un centro psiquiátrico para hacerle una evaluación.
Después de abandonar el centro de salud mental, Elena se fue a vivir con su padre, pero al cabo de poco tiempo se escapó de allí y anduvo deambulando sola por la ciudad durante 2 o 3 meses, durmiendo en casa de amigos, y sin mantener comunicación con su madre. Poco a poco, sin embargo, Elena fue reapareciendo por casa, hasta que al final se reconcilió con su madre y regresó al hogar. Con ello, también volvieron las agresiones. “Ella manipulaba mucho las cosas, y por ejemplo, si me pedía unos zapatos y yo no podía pagárselos, me pegaba a mi y pegaba a sus hermanos”, recuerda.
Cualquier escusa era válida para dar rienda suelta a sus reproches, que eran la tónica constante durante los ataques de Elena contra su madre. “Me acusaba de no haberla protegido nunca, de haberla abandonado durante la niñez. Me contó que además de los abusos que sufrió por parte del tío, también fue víctima de un profesor de órgano, que según ella la obligaba a besarle el miembro. Pero yo no creo en absoluto que eso sea cierto, porque nunca estuvo sola en esas clases, siempre estaban sus hermanos”, opina escéptica Violeta.
Las agresiones fueron en aumento, hasta llegar a su punto álgido cuando Elena se quedó embarazada a los 15 años. Su cuerpo empezó a cambiar y con ello, los golpes se hicieron más frecuentes. “Yo entendía que mi hija estaba sufriendo mucho porque ella era bulímica y rechazaba su cuerpo, y  con el embarazo, su barriga iba creciendo mucho”, explica. Elena se volvió tiránica: “Yo tenía que cocinar cuando ella quería, y lo que ella quería. Si ella lo ordenaba tenía que endeudarme … fue un infierno porque durante los 9 meses de embarazo me pegaba todos los días de mi vida, me insultaba y me trataba como si fuera inútil”, cuenta. “Ella me acusaba de tener un carácter débil y de tener que pensar por las dos”, añade. Sin embargo, después de un episodio violento,  Elena se volvía todo dulzura, se mostraba muy cariñosa con su madre y no quería separarse de ella.
Tras pasar por varios psiquiatras, Elena fue finalmente diagnosticada con un trastorno límite de personalidad. Las personas afectadas  muestran una gran inestabilidad emocional, pasando en un mismo día por distintos episodios de euforia, irritabilidad o ansiedad, así como arranques de ira descontrolada y tienen sentimientos frecuentes de vacío o inutilidad. Otros de los síntomas de carecer impulsivo son los comportamientos de automutilación, y el abuso de sustancias. En cuanto a sus relaciones interpersonales, pueden realizar esfuerzos frenéticos para evitar un abandono real o imaginario y pueden presentar pensamientos paranoicos transitorios.
Elena intentó suicidarse en varias ocasiones y durante esos años fue presa de la adicción al alcohol y a la cocaína, así como a las anfetaminas. Además, como muchos de los afectados, fue víctima de un trastorno alimentario y refirió, como el 70% de las personas con TLP, abusos sexuales durante la niñez. Su enfermedad mental hizo que Violeta aguantara el maltrato durante 6 años. La hija dominaba la situación y la madre, moralmente destrozada, no encontraba salida. “Yo trataba de pensar que sólo era una parte suya la que me agredía, pero mucha gente me decía que era yo la que malcriaba a mis hijos”, comenta.
Violeta se encontraba entre la espada y la pared, y su gran preocupación eran sus dos hijos menores: “Si yo trataba de atajar a mi hija cuando me pegaba se enfurecía más, por eso dejaba que descargara su rabia contra mi, por miedo a que lo hiciera con sus hermanos”, explica. Sin embargo, ellos sufrían también presenciando los ataques de su hermana, hasta que llegaron a la adolescencia y quisieron poner fin a la situación. “Si te vuelve a pegar, la pegaremos nosotros a ella”, le advirtieron.
Fue así como Violeta encontró la fuerza para escapar de casa. Se marchó con sus dos hijos y dejó a Elena sola, bajo vigilancia de otros familiares, que se habían hecho cargo del nieto que ya contaba con 5 años. “No me sentí culpable, me sentí bien y creo que fue lo más sano, porque ella tuvo que valerse por ella misma y empezar a trabajar. Maduró mucho y empezó a respetarme”, explica.
La separación duró 7 meses, y esta vez la reconciliación no llegó hasta que Violeta estableció unas normas inquebrantables en su casa: Ella sería la madre y se terminaría la violencia. Elena accedió y la situación se normalizó.
Ahora que hace 3 años que conviven sin agresiones físicas, Violeta se responsabiliza de una parte de lo que sufrió: “Una de mis equivocaciones más grandes fue la falta de marcar límites porque yo no sé hacerlo. Como a mi tampoco me marcaron límites, me era muy difícil castigar a mis hijos y mantener mi palabra”, dice. La enfermedad y el mal ejemplo de un padre maltratador seguramente hicieron el resto.
Elena ahora trabaja y ha logrado mayor estabilidad emocional, y violeta se enorgullece de ello. Ya no tiene miedo a más agresiones, pero le produce mucho dolor recordar todo lo que pasó. “Muchas veces uno no quiere asumir los problemas de los hijos, y no quiere ver que tiene problemas con las drogas o lo que sea, y trata de ignorarlos o desviar la atención” opina. Por ello, pese a no querer mostrar su rostro ni su verdadero nombre, quiere contar su historia para que otras familias que conviven con esta enfermedad mental, sepan que no son los únicos, y encuentren la fuerza para buscar una salida.
Fuente de la noticia: El mundo
Para más información visita el siguiente link:
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/hemisferioxx/2010/07/30/fui-una-madre-maltratada.html

martes, 27 de agosto de 2013

Trastorno Límite y Patología Dual

Trastorno Límite y Patología Dual

Néstor Szerman Bolotner.
Psiquiatra. Hospital Virgen de la Torre (Madrid).

La asociación del TLP con un Trastorno por Uso de Sustancias (TUS) entra dentro
del campo de lo que se viene conociendo como Patología Dual y es una de sus
entidades más significativas, tanto por su frecuencia como por sus complejidades
clínicas.

Es un hecho conocido que incluso los líderes más importantes en la historia del TLP
no han dado importancia a esta situación clínica, dejando de esta forma a un vasto
grupo de pacientes dentro del “limbo” de las “dependencias o toxicomanías”, privándolos
de la posibilidad de un diagnóstico que puede modificar el curso clínico de
estos sujetos. Los estudios epidemiológicos no dejan lugar a dudas, y tener un trastorno límite de
personalidad es un predictor de uso de sustancias a lo largo de la vida, incluyendo
tabaco, alcohol, cannabis, cocaína, heroína o poli-abuso de diferentes drogas. Esta
predicción se mantiene incluso cuando los efectos de otros trastornos de personalidad
fueron controlados estadísticamente.

A modo de ejemplo, en pacientes con TLP, Zanarini encuentra hasta un 72,4% de
pacientes con Trastornos por Uso de Sustancias (1993). Por otro lado, y también a
modo de ejemplo, el estudio epidemiológico australiano ATOS (2004) señala que
después de ajustes metodológicos muy rigurosos, un 46% de los pacientes heroinómanos
cumplían criterios diagnósticos de TLP.

Es evidente, como señalan todos los estudios, que el uso y abuso de múltiples
drogas por parte de estos pacientes se debe a muchos factores. Sin embargo,
cuando se ajusta la población que demanda tratamiento por adicción a drogas, los
adictos a cocaína muestran bajos porcentajes de rasgos de TLP, lo que resalta la
importancia de la epidemiología para trasladar estos datos a la clínica diaria.
Estas cifras tan determinantes no nos pueden permitir seguir ignorando esta situación
clínica tan relevante.

La relación entre el Trastorno Límite de Personalidad y los Trastornos por Uso de
Sustancias ha sido compleja discutida y controvertida, lo que se ha convertido en
una dificultad añadida para entender su relación. De hecho, aun hoy nos encontramos
con una corriente del campo de la psiquiatría de las adicciones y también en
el campo de los trastornos de personalidad, que niega la consideración de Patología
Dual a esta relación. Las razones de estas dificultades son complejas y se pueden
resumir en:

1. El concepto de personalidad preadictiva: este concepto, de amplio uso
previo al DSM-III (1980) valoraba a los trastornos por uso de sustancias
como epifenómenos de un núcleo psicopatológico que se expresaba en
otras conductas y sobre todo se relacionaba con los trastornos de personalidad
(DSM-I y II). La batalla ideológica de la emergente psiquiatría biológica
sobre las corrientes psicoanalíticas produjo la desaparición del concepto
de personalidad preadictiva, para dar paso a una concepción del
trastorno por uso de sustancias como una entidad categorial, con fuertes
fundamentos biomédicos (abuso-dependencia) en la que no había lugar
para los trastornos de personalidad.

2. Considerar a los Trastornos de Personalidad (TLP) como “artefactos” de
la adicción. Este planteamiento sostiene que, o son síntomas secundarios
a la adicción o producto del estilo de vida de los adictos. En caso de existir
un verdadero TLP se le valora como un trastorno independiente de la conducta
adictiva. Aunque los estudios longitudinales son muy escasos, los
hallazgos recientes refutan la teoría del “artefacto” al igual que lo hacen los
estudios epidemiológicos y de hecho los factores de personalidad constituyen
probablemente un factor etiológico importante.

3. La consideración fundamental de la adicción como un trastorno que es
consecuencia de la neurotoxicidad de las drogas sobre el SNC. En
cambio y en la línea de lo que aquí presentamos, otros investigadores
hacen más énfasis en el concepto de vulnerabilidad, que convierte a las
sustancias en más placenteras para algunos individuos que para otros,
vulnerabilidad genética y biológica (medioambiental). La neurotoxicidad
indicaría que una persona que abusa de drogas se convertirá en adicto.
El hecho es que sabemos que el abuso da lugar en porcentajes reducidos
a dependencia, sólo en un 6-10% de los casos, que no todas las
dependencias cumplen criterios de abuso y que en la clínica las adicciones
se instauran rápidamente, sin el paso de años y de ciclos repetidos
de intoxicación-abstinencia.

4. La existencia controvertida del TLP, pese a las evidencias de la fiabilidad y
validez de esta categoría clínica, sigue siendo negado cuando no desconocido
e infra-diagnosticado por algunas corrientes de la psiquiatría.

5. Las redes clínicas separadas para tratar a los pacientes que consultan por
abuso-dependencia de sustancias, ha introducido otro factor importante de
distorsión en el abordaje de la patología dual, ya que nos encontramos con
“dos” enfermedades, dos dispositivos asistenciales y un solo enfermo.

6. Diagnósticos “transversales”, esto es diagnosticar el abuso o dependencia
a sustancias, los trastornos afectivos, de la ingesta, etc., en lugar de “longitudinales”
que permitan el diagnóstico de la patología dual.
La mayoría de los Trastornos de Personalidad de los tres grupos recogidos por el
DSM-IV pueden presentar una asociación con trastornos por uso de sustancias,
pero existen dos destacados por su prevalencia: el Trastorno Antisocial de
Personalidad, que es el de mayor asociación con TUS y el TLP por su importancia
clínica.

Si queremos conocer cuál es el estado actual de esta relación, vemos que en la clasificación
de enfermedades mentales más aceptada en todo el mundo, el DSM-IV-TR,
la relación TLP con TUS está recogida en el item o criterio 4: “síntoma relacionado
con impulsividad y potencialidad autodestructiva”, criterio que hace referencia al
abuso pero quizás no a la dependencia o adicción. Si revisamos la Guía Práctica
APA sobre los Pacientes Límite (2001), nos indica que esta asociación dará lugar a
influencia negativa en la evolución, resultados terapéuticos más pobres, mayor riesgo
de suicidio y disminuye el umbral para conductas autodestructivas, autolesiones,
promiscuidad sexual, conductas provocativas (riesgo de homicidio).
La impulsividad es un elemento dimensional importante en el TLP, aunque quizás
no suficiente para explicar el complejo problema de la Patología Dual en estos
pacientes.

Es un hecho que los sujetos con TLP presentan una variada modalidad de conductas
impulsivas.
Pero la realidad es que la mayoría de estas conductas suelen ser temporales y puntuales,
sin llegar a organizarse como una entidad diagnóstica, salvo, y no siempre,
para la adicción a algunas sustancias.
 
Desde el punto de vista clínico y diagnóstico es importante identificar distintos tipos
de relación del paciente límite con el uso, abuso y dependencia de sustancias, ya
que permitirá una adecuada orientación del tratamiento y de los dispositivos más
apropiados para su derivación coordinada.

1. Consumo impulsivo:
Este tipo de consumo impulsivo de alcohol y otras drogas, que puede catalogarse
como uso y en ocasiones abuso (pero no dependencia) es egosintónico durante el
episodio y egodistónico después, ya que le puede seguir la culpa, malestar y vergüenza.

Es habitual el abuso de sustancias con finalidad autodestructiva, tanto como
conducta persistente como en actos suicidas. Sabemos que en un ambiente de disponibilidad
de drogas, existe la dificultad de los pacientes con TLP para decir no; consumo
que es ocultado o puesto en primer plano según las circunstancias, lo que da
lugar a errores diagnósticos. Otra circunstancia clínica frecuente es que los pacientes
y sus familias aceptan mejor el diagnóstico de “problemas con las drogas” que el
Trastorno Límite de Personalidad.

Las sustancias más frecuentes objeto de este tipo de consumo son alcohol y cocaína
(o ambas) aunque también se debe prestar atención a otros tipos de sustancias.

2. Consumo compulsivo:
El objeto del consumo es reducir el malestar habitual, la disforia permanente y persistente
de estos pacientes, por lo que el consumo de ciertas sustancias tiene aquí
finalidad de automedicación (la sustancia actúa como un psicofármaco que el
paciente descubre por ensayo y error).

Se consigue así, en ocasiones, un efecto desinhibidor: que les permite buscar relaciones
que les den la ilusión de sentirse cuidados. El consumo compulsivo se acompaña
de un fenómeno que desde la neurobiología se ha llamado “priming”: al llegar
a ciertos niveles de ingesta de alcohol (en ocasiones cocaína), ya no pueden detener
el consumo, situación definida por los pacientes como que “se les calienta la boca”,
aunque pueden ser conductas abusivas episódicas y no adicción.

Pero es un hecho que este tipo de consumo puede organizarse como conductas
adictivas en el caso del tabaco, alcohol, opiáceos, benzodiacepinas y cannabis.
Como se comentó anteriormente, la cocaína no es objeto principal de adicción de
estos pacientes.

La investigación clínica y también básica viene produciendo nuevos insight acerca
de los motivos de esta patología dual, resultados que pueden interpretarse en el
contexto de la teoría de la automedicación como la más vinculada a la clínica.
Las guías clínicas hacen referencia a la evolución de esta Patología Dual en sentido
muy negativo, pero la experiencia clínica y algunos datos de la investigación
nos hacen ser más optimistas. La conocida publicación de Zanarini (2003) sobre
la evolución del TLP a los 6-10 años de seguimiento, encuentra que las tasas de
remisión son del 75-80%, es decir, que ya no cumplen criterios DSM-IV para el
trastorno. En este estudio de seguimiento evolutivo los síntomas impulsivos y
dentro de éstos el abuso de sustancias y la promiscuidad sexual, son los de mayor
resolución.

Por tanto el pronóstico de esta Patología Dual no debe ser tan negativo, lo que es
corroborado por nuestra experiencia clínica, siempre que la planificación terapéutica
incluya esta situación clínica dándole la necesaria priorización y monitorización por
personal experto en Patología Dual. Es un hecho que los sujetos con TLP que se
recuperan del trastorno por uso de sustancias tienen mejor pronóstico.
Tratamiento de los pacientes con Patología Dual en el TLP

El primer problema a resolver debe ser el contexto terapéutico o setting donde deben
tratarse nuestros pacientes con esta Patología Dual en el marco de un abordaje
comunitario.

Para ello será necesario una adecuada evaluación clínica del uso de sustancias y
dependiendo de ella se podrá orientar a los pacientes a:

• Dispositivos de Salud Mental para TLP: si el consumo es episódicoimpulsivo
o la adicción se limita a tabaco y benzodiacepinas.

• Dispositivos de la red de drogas: si hay adicción a opiáceos, cannabis.

• Grupos de autoayuda: si hay abuso-dependencia del alcohol.

En la red comunitaria estas propuestas no sólo no son excluyentes, sino que se
pueden integrar, siempre conociendo el diagnóstico, rodeando al paciente límite con
Patología Dual, de un marco terapéutico y de contención adecuado.

Es interesante recordar que los Programas de Drogas, con los cuales se puede integrar
funcionalmente el tratamiento, disponen de una estructura, apoyo e ideología
que son en ocasiones esenciales e ideales para contener al paciente y controlar el
uso de sustancias, siempre que se diagnostique y se trate el TLP, que asegura mejor
éxito y previene recaídas, lo que incluye el tratar los problemas interpersonales y el
manejo de la angustia, rabia y culpa, que se vincula con las “recaídas”. En aquellos
pacientes con patología más grave, en coordinación con la red de drogas se puede
plantear su derivación a la Unidad de Patología Dual de Media Estancia, coordinando
su salida con la integración en la red comunitaria.

Los grupos de autoayuda son un recurso al cual debe prestarse especial atención,
ya que son beneficiosos por su ubicuidad y accesibilidad, para pacientes con TLP,
que tienen abusos impulsivos y episódicos, o dependencia al alcohol y que siguen
tratamiento en dispositivos terapéuticos de Salud Mental.

Es muy importante que los pacientes con trastornos por uso de sustancias puedan
comprender la relación de la sustancia objeto de dependencia con sus trastornos
psicopatológicos.
Fuente:
Guía del Trastorno Límite de la Personalidad (Guía para el profesional)
Comunidad de Madrid.

domingo, 25 de agosto de 2013

La mala información sobre el TLP

 
La mala información sobre el TLP
 

El trastorno limite de personalidad o borderline suele estar muy estigmatizado en la cultura popular. La gente que lo sufre suele creerse que tienen reacciones emotivas impulsivas e inestables, y relaciones personales tumultuosas. Pero al contrario de lo que se suele creer, la parte “límite” del término no implica que la condición está entre normal y anormal, sino que el paciente está en el límite entre sufrir un desorden psicótico o no psicótico.
 Pero tampoco hay que asustarse al leer psicótico, ya que se refiere a una distorsión de la percepción de bajo nivel, que a veces se agrava con un pensamiento mágico o paranoico.
Entre los profesionales también hay desinformación, ya que se suele tildar a los pacientes con trastorno limite de personalidad como difíciles. Y el hecho de que sea común que se hagan daño a sí mismos, también suele llevar a que los tachen de cortadores, manipuladores, etc.
El borderline es, tal vez, una de las condiciones psiquiátricas que está más plagada de mitos, y desinformación. Por ejemplo muchos psiquiatras y psicólogos creen que dura toda la vida o que es intratable, pero no es así ya que la mayoría de la gente que han sido diagnosticadas con el trastorno limite de personalidad mejoran mucho con el tratamiento, y según estudios el 75% suelen empezar a estabilizarse pasado unos seis años de tratamiento .
Actualmente a parte de la medicación existen terapias que estan teniendo muy buenos resultados, aun asi es importante recalcar que para que exista una mejoria es fundamental que la persona afectada por el trastorno límite ponga de su parte e intente evitar por todos los medios caer en la autocompasión.
Si el afectado piensa que va a poder estabilizarse únicamente con la ayuda externa, entonces es posible que nunca mejore, ya que el trastorno límite como cualquier otra enfermedad se puede superar o mejorar siempre y cuando el afectado ponga de su parte y se haga responsable de su vida.

 
 
 
 
 

Trastorno límite de la personalidad difícil de tratar

Trastorno límite de la personalidad difícil de tratar

Quizá, alguno de nosotros se haya encontrado con alguna persona que construye relaciones intensas pero inestables con otros y donde, en un momento la persona es su mejor amigo, pero en otro momento, sin causa aparente, son los peores enemigos. Es más, estas personas que pueden exhibir relaciones inestables con otros, son siempre “la víctima” y tienen un pensamiento dicotómico hacia los otros. Estas personas pueden padecer TLP, que acuerdo con muchos terapeutas es más complicado de tratar que la esquizofrenia o el trastorno bipolar.

Aproximadamente, el 1.5 % de la población tiene TLP de los cuales al menos el 15% son pacientes hospitalizados en psiquiatría y diagnosticados con este trastorno. TLP se suele manifestar por regla general en la adolescencia y adultez temprana con algunas de las siguientes características: impulsividad caótica, promiscuidad sexual, abuso de sustancias, trastornos alimenticios, enfado intenso y hostilidad, sentimientos crónicos de vacío y quizás algo de paranoia.

Hay varias causas que contribuyen a formar un trastorno limite de la personalidad – dentro de las cuales encontramos el abuso en la infancia y abandono. Este abuso puede ser verbal, emocional, físico y/o sexual. De hecho, más del 71% de los que padecen TLP sufrieron abusos en su infancia. Esto podría explicar por qué el 75% de las personas que padecen TLP son mujeres. Otro factor podría ser la pérdida temprana de un progenitor y/o el haber tenido unos cuidadores que fueran o bien contradictorios, o bien emocionalmente desapegados y distantes.

La genética también parece jugar su papel en el desarrollo de un trastorno límite de la personalidad, con estudios de gemelos idénticos que han crecido por separado que indican que si un hermano desarrolla TLP hay un 35% de posibilidades de que el otro hermano también lo desarrolle. Por tanto, generalmente, parece que el entorno juega un papel más fuerte en el desarrollo de este trastorno que la genética.

La adultez para aquellos con TLP por lo general conlleva historiales laborales muy pobres y relaciones muy inestables y explosivas, las cuales tienden a ser muy intensas pero muy cortas. El suicidio también es muy común entre los TLP, con un 7.5% de riesgo de suicidio a los 30 años. TLP no es tratado de buena gana con medicamentos que generalmente se usan cuando se manifiesta la psicosis o cuando hay una depresión profunda o un episodio maníaco. En ocasiones los Inhibidores Selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) se han usado con éxito limitado. La terapia dialéctico-conductual, un subtipo de la terapia cognitivo-conductual ha demostrado algo de éxito en el tratamiento de TLP. En esta terapia se les enseña a los individuos habilidades para manejar el estrés, controlar emociones, mejorar las relaciones y limitar su difusión de identidad. Además, el terapeuta ayuda a la persona a conseguir la comprensión de ambos lados de un argumento o situación.

Obviamente se necesita un terapeuta especial para trabajar con personas con TLP ya que el paciente puede en una sesión  ser muy sumiso, interesado en la terapia e idealista, y en la siguiente sesión estar enfadado, manipulador, hostil e infravalorarse. Se ha descubierto que aquéllos con TLP con los mejores resultados tienden a ser aquéllos que pueden encontrar compañeros maduros, estables, comprensivos y comprometidos. Es más, se debe tener mucho cuidado para evitar la urgencia en rescatar a estas personas, especialmente cuando están atravesando una crisis y reconocer nuestras propias limitaciones. La relaciones son también muy arriesgadas con personas con TLP debido a su tendencia a la manipulación, promiscuidad y abuso de sustancias.


En realidad, no se debería sentir vergüenza al pedir ayuda, consejo o apoyo de otros cuando se está tratando con una persona con TLP.

Colaboración y traducción: Traducción y colaboracion:  Jaheira25 (muchas gracias)

Lo que los padres pueden hacer cuando sus hijos adolescentes con TLP "explotan"

Lo que los padres pueden hacer cuando sus hijos adolescentes con TLP "explotan"

rabia

Generalmente los padres se preocupan demasiado cuando un niño de dos años tiene una rabieta. A esa edad, los niños tienen un sentido de lo que quieren, pero no saben las palabras para solicitarlo.
Sin embargo, en la adolescencia, las rabietas, también llamados episodios de rabia, pueden ser motivo de una grave alteración de la convivencia familiar. Los episodios de rabia pueden aterrorizar a una familia y llevarlos hasta el punto de agotamiento extremo. Algunos adolescentes con TLP dicen que no recuerdan lo que sucedió durante el ataque de rabia pero se sienten extrañamente tranquilos después de los episodios. La familia, sin embargo, raramente siente una sensación de calma. Aunque muchas veces los adolescentes y padres dicen que la erupción surgió de la nada, los adolescentes a menudo reconocen que hubo un desarrollo gradual de la irritabilidad, y que cuando se activa por un conflicto interpersonal, tiene lugar una erupción de ira.
La irritabilidad sí puede desgastar a los padres hasta el punto que ceden a los caprichos de los hijos en lugar de enfrentar y lidiar con los arrebatos de ira. De esta manera los hijos aprenden que la rabia funciona para someter a los padres. Es la ira “aprendida” y no la irritabilidad en sí misma, a la que los padres se enfrentan.
En ciertos casos, los episodios de rabia se salen fuera de control y los adolescentes con TLP atacan a sus padres y familiares, maestros, compañeros e incluso a los policías. En otros casos, los adolescentes con TLP canalizan su ira violenta adoptando conductas autolesivas, causan destrozos a la propiedad de su familia o de terceros, lanzan amenazas de homicidio o se atrincheran en las habitaciones. Algunos adolescentes con TLP han descrito que sienten tanta furia que han saltado desde vehículos en movimiento o se paran a la mitad del tráfico. La experiencia clínica señala que estos eventos nunca fueron premeditados o planeados, sino que son más bien episodios repentinos y explosivos.
Cómo prevenir los ataques de ira antes de que sucedan.
El primer paso es la prevención. Saber reconocer los primeros signos de irritabilidad o conflicto potencial puede ayudar a los padres a intervenir en un punto donde la corteza pre-frontal sigue funcionando. La corteza pre-frontal es la parte del cerebro que permite a una persona evaluar las acciones frente a las consecuencias. Muchos estudios han demostrado que si el adolescente entra en una etapa de rabia, el cerebro entra en una forma más primitiva de funcionamiento. Esta es una respuesta de “pelea o huye”, donde una persona percibe una amenaza y debe entonces decidir si debe luchar contra la amenaza o huir de ella. Es de vital importancia para los adolescentes y sus padres aprender a reconocer claramente las señales tempranas de que las cosas no van bien.
El segundo paso es aprender las habilidades necesarias para mantener los pies en la tierra o mantener la calma antes de que aumente la irritabilidad. Algunas técnicas sencillas pero eficaces son respirar profundamente, contar hacia atrás, utilizar y ver imágenes agradables, escuchar música, o simplemente salir a trotar por el parque, son técnicas que cualquier persona puede utilizar para reducir el estrés.
Si los hijos entran en ataques de rabia, la regla más importante es que los padres deben asegurarse que los estallidos de furia nunca funcionen. Los adolescentes deben aprender que nunca conseguirán lo que quieren reaccionando con rabietas. No existe ninguna excepción a esta regla, no importa que tan violenta sea la reacción del temperamento. Si la seguridad de las personas se ve amenazada debido a actitudes autolesivas o de daños a otras personas, los padres deben llamar a la policía o a una emergencia médica, lo que sea apropiado.
Los padres nunca deben aceptar gritos, amenazas, lanzamiento de cosas, o incluso las agresiones violentas, no importa que tan angustiante o embarazoso sea en el momento. Esto evita la posibilidad de premiar y fomentar más reacciones de ira o enseñar a los hijos todo lo que ellos necesitan hacer para aumentar este tipo de comportamientos.
Sin embargo existe un importante corolario a la primera regla y es que si bien los adolescentes necesitan aprender que las rabietas no funcionan, hay comportamientos socialmente más apropiados que sí funcionan. Por ejemplo, con frecuencia los adolescentes con TLP suelen decir que hasta cierto punto tienen razón al hacer sus rabietas. Entonces se les puede preguntar: ¿Quieres tener la razón o deseas ser funcional? La mayoría de los adolescentes reconocen que prefieren ser eficaces para que sus necesidades sean cumplidas, lo cual es importante tanto para ellos como para sus familias.
Por último, si va a haber una consecuencia por un episodio de rabia, los padres deben ser calmados y realistas al decidir cuál va a ser ésta. En el calor de un argumento, un padre podría decir, “vas a estar castigado durante un mes”. Generalmente esta amenaza casi nunca es llevada a cabo porque el adolescente puede portarse bien en los primeros días y el padre no tiene los recursos emocionales para mantenerla. Las advertencias vacías enseñan a los hijos que las amenazas de los padres no tienen sustancia.
Es importante evitar el uso de la culpabilidad o manipulación como respuesta a un comportamiento no deseado del adolescente, como la ira, rabietas o autolesiones. Esto es en parte porque la manipulación es a menudo un comportamiento que un padre está tratando de terminar, y la culpa es una emoción que paraliza a un adolescente con TLP. Es común que los adolescentes con TLP experimenten una gran culpa porque sienten que no son lo suficientemente buenos, o sienten culpa por el daño que causan a otras personas debido a su “maldad”.

La psicoeducación familiar es la clave para tratar el TLP

    La Psicoeducación familiar es clave para tratar el Trastorno de Personalidad Límite
Los programas familiares psicoeducacionales son apoyos terapéuticos que están basados en la investigación y ofrecen lo último en información biológica y farmacológica, proporcionan información confiable a las familias acerca del trastorno y enseñan las habilidades para enfrentarlo. Estos programas valoran la participación familiar como parte del tratamiento en vez de verlas como la causa de la enfermedad. Las familias aprenden estrategias para resolver los problemas basados en la evidencia y técnicas de manejo para mitigar el estrés y la tensión del ambiente que rodea al paciente y sus allegados. El objetivo es prevenir recaídas, estabilizar los síntomas, reforzar el uso efectivo de las estrategias para resolver problemas y mejorar la vida funcional de las familias y del paciente. La educación psicológica puede concentrarse ya sea en el desempeño del paciente o en el bienestar familiar, en cuyo caso, la mejoría de la persona con el trastorno es secundario.
Por lo general, estos programas se toman en grupos, ya que ayudan a reducir el estigma y brindan apoyo a las familias. Los participantes comparten experiencias y se entienden mutuamente con un tipo de empatía que no está disponible en las redes sociales que normalmente frecuentan. Se estimulan unos a otros al tratar diferentes formas para enfrentar los problemas, reforzados por ejercicios prácticos exitosos dentro del grupo y con las experiencias del maestro y de los participantes. Estos grupos son lugares seguros que ofrecen a las acongojadas familias un nuevo círculo social de sobrevivientes y de luchadores del trastorno. Las investigaciones realizadas han demostrado la eficacia de estos programas en el desempeño de los tratamientos al reducir las recaídas, elevando los índices de cumplimiento farmacológico y una mejoría psicosocial del paciente y sus familias.
La Psicoeducación del Trastorno de Personalidad Límite enseña a los familiares la neurobiología de los comportamientos subyacentes del trastorno, qué tratamientos son efectivos, porqué los tratamientos anteriores no funcionaron y cómo la Terapia Dialéctico Conductual y la Terapia Basada en la Mentalización pueden ser reforzadas y modeladas por las familias.
La Psicoeducación guía a las familias a encontrar un camino menos confuso y con más elementos para enfrentar las luchas diarias del Trastorno Borderline y les enseña cómo restablecer el balance de sus vidas. También les muestra cómo implementar los métodos de la TDC y la TBM para ayudar a sus seres queridos a navegar con sus propias vidas. Claramente unos familiares motivados dedican más tiempo al paciente TLP que cualquier otra persona. Toda interacción puede ser una oportunidad para mitigar los exabruptos o para enseñarles una nueva habilidad de manejo del trastorno. Este es el mismo enfoque filosófico que se utiliza para tratar a los niños autistas y por supuesto, funciona.

Desgraciadamente existe muy poco material confiable disponible para los familiares con pacientes con TLP. Actualmente en todos los países, en unos menos que otros, existen muy pocos programas de apoyo psicoeducativo para las familias con pacientes Borderline. La mayoría de las personas con TLP no están bajo tratamiento y cuando están, por lo general el tratamiento no incluye a los familiares. Los programas que sí involucran a las familias lo hacen cuando el paciente ya está en tratamiento. En estos casos, las familias y los pacientes participan conjuntamente en grupos que son administrados por los terapeutas que subestiman la habilidad de las familias como agentes efectivos de cambio, o sea que los profesionales no le dan la importancia que debieran al papel de los familiares como apoyos en la recuperación del paciente.

Los estudios realizados han demostrado que las familias son competentes, motivadas y capaces de enseñar, reforzar y aplicar los comportamientos efectivos que forman parte del TDC y la TBM, que pueden aprender y reforzar las habilidades adquiridas en la TDC, y aplicarlas en el hogar cuando sea necesario.

¿Hacia donde pueden acudir las familias con pacientes TLP a pedir ayuda cuando su ser querido cree que no tiene nada, no está tomando tratamiento alguno, rechaza cualquier tipo de tratamiento, abandona su tratamiento, o ha perdido la esperanza de encontrar a alguien que pueda ayudarle? 

La mayoría de las personas con TLP han visto muchos terapeutas, han sido rechazados o dados de baja de programas y terapias demasiadas veces, o han fallado en sus terapias frecuentemente. ¿Por qué hacer nuevamente el intento? ¿Quién puede culparlos?
Fuente de la noticia: Trastorno de Personalidad Límite En Mi Hija

La personalidad límite: Más allá del carácter

La personalidad límite: Más allá del carácter

Vivir una vida análoga
a una telenovela es vivir la vida
de una personalidad limite....

Así se refiere a la personalidad limite uno de los manuales más conocidos en psiquiatria. Actualmente en urgencias y unidades de agudos, consultas privadas y unidades de salud mental existe un gran numero de pacientes y familiares que demanda ser atendido de una forma desesperada. Presentan una especie de caos emocional que interfiere enormemente en la forma de llevar la vida cotidiana con normalidad (dificultad para centrarse en los estudios, mantener el empleo, cambios constantes de objetivos y aspiraciones, problemas de relaciones interpersonales y en general para mantenerse vivo sin hacerse daño). Muchas veces se sienten solos, incomprendidos, confusos, perdidos, incompletos, abandonados, y no entienden qué les ocurre. Se trata de personas especialmente vulnerables y sensibles.

Muchas de estas personas tienen un amplio historial clínico con frecuentes ingresos en urgencias por autolesiones recurrentes, intentos de suicidio, intoxicación por abuso de sustancias o episodios agresivos, que ponen en peligro su vida y en ocasiones la de los demás. Dicen no encontrar una identidad propia ni una explicación a su sensación de vacío, a sus reacciones impulsivas de ira y/o de autodestrucción.

De todos los trastornos de personalidad el TLP (trastorno limite de personalidad) es probablemente el más diagnosticado. Representa el 2-3% de la población, casi un 25% de todos los hospitalizados y el 15% de los pacientes ambulatorios.

Las personas con un trastorno de la personalidad presentan un carácter patológico que dificulta la convivencia consigo mismos y con los demás, todo esto de una forma repetitiva, automática y permanente en su vivir diario. Según que tipo de rasgos de carácter predominen, se podrá hablar de un tipo u otro de trastorno de personalidad.

Pero más allá de los tipos, lo que importa es que ese desequilibrio emocional (que es lo nuclear) y en consecuencia vital, común en casi todos, crea una angustia a veces devastadora que se trasluce apareciendo en su vivir diario como dificultades en la familia, el trabajo, amigos, parejas, así como conductas anómalas por las que se expresa este desequilibrio: adicciones, trastornos alimentarios, violencia física y/o verbal, autoagresiones e intentos suicidas. Muchas veces estas conductas son vías de escape a esta gran angustia que sufren, pero no su patología central que seria como hemos dicho anteriormente el carácter patológico.

El abordaje aunque debe ser integral (fármacos cuando existan síntomas y psicoterapia) podríamos centralizarlo en una psicoterapia en profundidad y de larga duración ya que es la vía más sanadora para personas con dificultades caracteriales dejando la farmacología y los ingresos hospitalarios para la contención de conductas de riesgo. No obstante cada vez más en estos pacientes se han empezado a realizar tratamientos (hospitalizaciones) de larga duración buscando siempre una reinserción social que sería el último peldaño a subir; readaptarse de nuevo a su vida habiendo trabajado esos aspectos cognitivos y emocionales en profundidad.

La vida común de un TLP-Borderline

La vida común de un TLP-BORDERLINE

El Trastorno de Personalidad Límite ó Borderline Personality Disorder como se le conoce en los países anglosajones es una enfermedad mental muy seria que los pacientes que la padecen ven a las personas o las situaciones como buenas ó malas, sienten un enorme vacío en su personalidad que los lleva a pensar que no tienen identidad; presentan cambios en su estado de ánimo impredecibles que oscilan entre lo normal y llenos de amor, a lo irracional, colmados de furia y violencia. Sus actos impulsivos, su autodesprecio y el temor de abandono los conduce a comportarse de manera agresiva con las personas cercanas a ellos con un criticismo y culpa sin sustento, e incluso muchas veces con agresión física. Al no encontrar ninguna solución que acabe con su sufrimiento algunos se autolesionan e incluso intentan suicidarse, algunas veces con éxito.
Los TLP experimentan un mundo muy diferente del que vive la mayoría de las personas. Por razones que no son totalmente conocidas, el trastorno Borderline distorsiona los procesos de pensamiento crítico que resultan en emociones y acciones fuera de lo normal. Si se pudiera observar la parte interna de sus cabezas y ver su forma de pensar, encontraríamos que ellos viven en un mundo de extremos. Para ellos, las personas y las situaciones son buenas o malas, no hay puntos medios. Cuando admiran y respetan a alguien, elevan a esa persona a un modelo de perfección imposible de alcanzar para después despreciarlo porque inevitablemente los desilusiona. Ellos también se ven a sí mismos de la misma manera, por lo que cualquier tropiezo les hace pensar que “soy una persona inútil”.
Si por arte de magia se pudiera experimentar lo que un TLP siente, se sentiría agobiado por el autodesprecio, el miedo intenso de ser abandonado, y con un implacable sentido de vacío. También encontraría mucha irritabilidad y depresión, y un golpeteo constante que frena cualquier sentido de felicidad, por pequeña que sea, como una simple satisfacción. Se podría escuchar “el TLP es un cáncer que acaba con mi cuerpo, mi mente y mi alma.”
Es muy fácil ver como actúa un Borderline. Las acciones, a diferencia de los pensamientos y sentimientos, son obvias. Son las que hacen que la vida con un TLP sea difícil y agobiante. Los TLP se comportan impulsivamente, sin antes pensar las cosas, ni medir sus consecuencias. Algunos se dañan a sí mismos deliberadamente, haciéndose sangrar o intentando suicidarse. Pueden conducir sus vidas desenfrenadamente, gastando mucho dinero, llevando una vida sexual peligrosa, abusando de las drogas y el alcohol, conduciendo autos irresponsablemente, robando, o comiendo desordenadamente.
Los TLP repetidamente piden ayuda a las personas cercanas a ellos, muchas veces desesperadamente, para después despreciarlas bruscamente con un criticismo lleno de amargura, furias irreconciliables y desplantes de culpas irracionales. Elevan a las personas a un arrogante pedestal para después tirarlos de éste, arrinconando a las personas y acusándolos absurdamente.
Lo que es difícil entender a los seres queridos no es el qué de los comportamientos del TLP sino el por qué.

Técnicas para descargar la ira.

Técnicas para descargar la ira

Hoy vamos a aprender una sencilla técnica para algo tan primordial como descargar la ira, esa que nos quema a veces por dentro. Una buena técnica para liberarnos por muy simple que parezca es escribir en un sencillo papel todos los sentimientos que tengamos llenos de frustración, si tal como suena.
Sea por la razón que sea, eso es lo de menos. Expréselo directamente en el papel, como si escribiera una carta como antiguamente hacíamos, cada vez por cierto menos. Piense y escriba las cosas que le han herido o las que le han hecho sentirse mal en algún momento de su vida. Luego detenidamente haga un repaso de lo escrito por si se le ha olvidado alguna nota más. Cuando haya terminado de escribir va a coger la carta y la romper en pedazos y la va a lanzar a la papelera o incluso al suelo, da igual, el caso es lanzarla. Parece una cosa muy simple pero es efectiva. Se entiende como forma simbólica para el desahogo y desechar aspectos negativos de nuestras vidas. Así pues vamos a tener una perspectiva de futuro por lo menos un poquito más optimista. No tiene porque ser una carta, pinte un dibujo si le apetece y no estamos hablando de obras de arte ni mucho menos, usted va a expresar sus sentimientos, esos que tanto le agobian en este preciso momento. Si decide hacer el dibujo a la papelera también. Bueno gastamos papel y bolígrafo pero por lo menos recuperamos un poquito la alegría ¿no?
David Alvarez. G
Terapeuta . Experto en H. Soc.

Programa para cuidadores de pacientes con trastornos graves

Desarrollan programa para cuidadores de pacientes trastornos mentales graves

Desarrollan programa para cuidadores de pacientes trastornos mentales graves

 
Los profesionales de salud mental de la comarca de Inca desarrollan el programa de entrenamiento y capacitación Proenfa, destinado a familiares y cuidadores de pacientes con algún trastorno mental grave.

Este programa prevé desarrollar catorce sesiones temáticas, con el objetivo de ofrecer información sobre los trastornos mentales graves y sus tratamientos, ejercitar habilidades y facilitar estrategias que ayuden a solucionar las situaciones conflictivas que se presentan más a menudo en la interacción con este tipo de pacientes.

 Una de las novedades de esta iniciativa es que las sesiones, dirigidas a los familiares y cuidadores, son impartidas por una decena de profesionales de psiquiatría, psicología, trabajo social y enfermería, que trabajan en los diferentes ámbitos asistenciales, con lo cual se reúnen profesionales de todo el servicio de psiquiatría del Hospital de Inca.

 Por ello, este grupo multidisciplinar de expertos en salud mental han diseñado las temáticas y los contenidos del ciclo, que han dividido en siete sesiones informativas y siete talleres de entrenamiento, informa en una nota de prensa la Conselleria de Salud.

El objetivo común de todas las sesiones es dotar a los familiares y cuidadores de pacientes de recursos que ayuden a reducir los conflictos y los sufrimientos de la vida cotidiana, así como mejorar la convivencia familiar, la adherencia al tratamiento, la conciencia del trastorno y el pronóstico de este, además de identificar y prevenir la posibilidad de sufrir recaídas.

Las siete primeras sesiones informativas ya han concluido y han contado con la asistencia de una veintena personas vinculadas directamente con pacientes de salud mental del área de Tramuntana. La temática abordada ha sido el concepto de trastorno mental grave; en concreto, dos de las sesiones han estado dedicadas a profundizar sobre la esquizofrenia, el trastorno bipolar y la depresión y los tratamientos farmacológicos respectivos.

También se ha trabajado sobre la intervención psicológica, la comunicación y los hábitos de vida saludable (tanto la alimentación como el ejercicio físico), indicados especialmente para los pacientes de este tipo de enfermedades y para sus cuidadores. Además, se han impartido otros contenidos de carácter más social, como la disposición de la red, las legales de salud mental y la inserción laboral.

Está previsto también que se desarrolle el segundo bloque del programa una vez cerrado el paréntesis de los meses de verano y para esta parte se ha optado por una metodología práctica, por lo que se han organizado las siete sesiones restantes en formato de talleres de entrenamiento.

Se trabajará en cuestiones diversas, como la importancia del cumplimiento del tratamiento, la necesidad de tener conciencia del trastorno y cómo afrontar la inactividad y el aislamiento social. También se formará a las personas cuidadoras en la adquisición de recursos que contribuyan a tratar las exigencias, y en la asunción de responsabilidades inherentes a la atención de este tipo de pacientes.

Además, se dedicará una de las sesiones a los efectos del consumo de tóxicos en los pacientes que padecen algún trastorno mental grave.

Asimismo, los estados de agitación y las conductas agresivas, la convivencia con alucinaciones y delirios persistentes, y el riesgo de suicidio serán algunos otros aspectos en los que se trabajará con los familiares y los cuidadores.

 Todas estas reuniones se llevan a cabo en la sede del Museo del Calzado, instalaciones cedidas por el Ayuntamiento de Inca.

Borderline, personalidad al borde de la locura

Borderline, personalidad al borde de la locura.


                                                                                                                                                                                                           Raúl Serrano
Si hubiera que resumir en una palabra a este trastorno mental podría decirse que quien lo padece es un ser extravagante; sin embargo, no queda todo ahí, pues debe agregarse que el paciente es agresivo, con tendencia de autodestrucción y no experimenta capacidad de sentir placer o de amar; ¿conoce usted a alguien así?La Medicina la define como Trastorno de Personalidad Limítrofe o Borderline (quiere decir frontera en inglés), dado que se trata de una compleja afección mental que mantiene al enfermo en la línea que divide a la realidad de la locura. En años recientes ha tomado gran importancia el término y ha sido motivo de estudio a nivel mundial de Medicina, Psiquiatría, Psicología y Sociología entre otras ciencias que se interesan por el comportamiento humano, ya que cada vez se asocia más a casos de suicidios, violencia intrafamiliar y dependencia de drogas y alcohol.Su origen es desconocido todavía, pero existen varias hipótesis psicológicas basadas en factores biológicos, sociales y mentales que tratan de explicar las causas del trastorno. Por ejemplo, algunos especialistas señalan entre ellos problemas de sobreprotección o pérdida temprana de los padres en niñez o adolescencia, abuso físico y sexual (incluso llegando al incesto), desintegración de la familia y falta de comunicación entre los integrantes de la misma; resulta más frecuente en quienes tienen algún pariente cercano que haya padecido esquizofrenia.Identificar a quien sufre este problema no es fácil, ya que no hay síntomas predominantes o característicos, pero pueden aparecer algunos de los siguientes rasgos: Apariencia extraña o excéntrica. Dificultad para las relaciones personales y una tendencia al retraimiento social. Ideas extravagantes y creencias fantásticas, sin llegar a ser claramente delirantes. Conducta paranoide, es decir, pensar en cosas que son alejadas de la realidad. Pensamiento y lenguaje extraordinariamente elaborados, a menudo estereotipados, sin llegar a una clara incoherencia o divagación del pensamiento. Alucinaciones visuales y auditivas intensas pero ocasionales y transitorias. Comportamiento impulsivo a provocarse lesiones a sí mismo. Sin embargo, los especialistas en salud mental (psiquiatras y psicólogos) han identificado signos que denotan que el trastorno ha logrado cierto avance y requiere atención profesional, como los siguientes:
Inestabilidad emocional Es igualmente palpable al mantener sus relaciones afectivas en un plano muy superficial o cambiando frecuentemente de pareja o lugar de residencia. El terreno laboral no está exento de su inconsistencia emocional, y a pesar de que puede tener cualidades superiores al promedio, carece de capacidad para concentración y perseverancia. Igualmente se ve afectado por su baja tolerancia a la frustración, la hipersensibilidad a las críticas y la espera de alabanzas y recompensas totalmente desproporcionadas, lo que condiciona que sea despedido de su empleo o que él mismo lo abandone; también es destacable la incapacidad para aceptar reglas y rutina.Cabe destacar que quien tiene una personalidad borderline no manifiesta tristeza y desánimo al no alcanzar sus metas (como lo hace un depresivo), sino que habrá cólera o rabia contra el objeto considerado frustrante. No es raro que utilice mecanismos protectores, como evasión, negación, malas interpretaciones de la realidad, restar importancia a las cosas, cambiar de tema y otros métodos de disimulo.
Neurosis polisintomáticas Puede presentar dos o más de los siguientes síntomas: Fobias múltiples generalmente graves, en especial agorafobia (miedo a estar solo o sentirse atrapado en espacios públicos concurridos o con difícil acceso a la salida; puede ocasionar que quien la padece no salga de su casa sin compañía de un conocido).
 Síntomas obsesivo-compulsivos. Ejemplo claro es el hecho de intentar caer bien, de ser aceptado por alguien para que no lo abandone. Hipocondría. Exagerada preocupación por la salud y temor crónico a enfermar, y no sólo al cuerpo sino también a la mente, por lo que es común el temor a volverse locos; describe minuciosamente sus malestares, reacciones y sensaciones. Control inadecuado de los impulsos y acciones, lo que puede derivar en drogadicción, alcoholismo, autoagresión, bulimia, compras descontroladas, cleptomanía, entre muchos otros. Expresiones y movimientos corporales típicos: tirarse los dedos de la mano y flexionar las rodillas para dejarse caer al suelo. Intolerancia a estar solo No soporta estar solo, necesitan de otro en todo momento; se trata de una persona dependiente, masoquista y manipuladora. Puede llegar a tener acciones absurdas o alejadas de la normalidad con tal de llamar la atención de alguien y no soporta el rechazo, pudiendo ser grosero y agresivo.
Tendencias sexuales perversas Vive constantes fantasías y/o formas de perversión, principalmente las que manifiestan agresión, como sadomasoquismo, promiscuidad o la incorporación en la relación sexual de orina o excremento; no son raros los casos de “fronterizos” homosexuales o bisexuales.
Disforia Se conoce de esta manera a la combinación de depresión, cólera, ansiedad y desesperación, a lo que a menudo el paciente agrega vergüenza y odio a sí mismo. Este desorden emocional crece paulatinamente y pueden llegar a buscar una salida en forma desesperada a través de drogas, alcohol, comportamientos impulsivos y autodestructivos, automutilación y suicidio.Este tipo de trastorno afecta desde la niñez haciendo que los pequeños perciban que en esta vida todo es bueno o todo es malo, inmadurez que suele mantenerse en la adolescencia e incluso después en algunos casos.
Para el diagnóstico Como se ha podido ver, el paciente borderline tiene una personalidad polifacética, pero para concretar un diagnóstico es preciso que varios de los rasgos aquí mostrados se presenten de manera continuada o episódica durante al menos dos años. Es muy importante que el profesional en la salud mental haga una clara distinción del problema que nos ocupa y la esquizofrenia, entendiendo ésta como un trastorno mental cuyos rasgos distintivos incluyen la idea de escuchar voces que dan órdenes, sensación de que hay personas que le persiguen constantemente, visión de seres o cosas que no están presentes, así como el pensamiento de que cada una de sus acciones es controlada por alguien más (delirios).Cabe recordar que es común que en la persona “fronterizo” haya antecedentes familiares de esquizofrenia, aunque no es un requisito necesario. Ahora bien, son contados los casos en que el paciente busca ayuda profesional por sí mismo, lo cual ocurre cuando las frustraciones son frecuentes e incontrolables; lo más común es que culpe de sus problemas a otras personas y que se niegue a recibir atención.El tratamiento contempla una combinación de terapias y fármacos, siendo la fluoxetina y una baja dosis de antidepresivos que lo que puede mantener bajo control los cambios de carácter y muchos de los comportamientos irracionales del paciente. Debemos señalar que la medicación debe ser controlada por el psiquiatra y los familiares cercanos, ya que si después de iniciar el tratamiento se suspende la administración intempestiva (por olvido o descuido) puede suscitarse una disforia de dimensiones mayores con manifestaciones como comer sin control, comportamiento sexual aberrante, cortes en la piel y/o abuso de estupefacientes, lo que puede tener fatal desenlace.Finalmente, hay que destacar la importancia que reviste que el enfermo borderline reconozca y comprenda su enfermedad, ya que de ello dependerá el absoluto éxito del tratamiento.