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miércoles, 4 de septiembre de 2013

Para familiares y parejas de TLP- Trastorno Límite de la Personalidad

Para familiares y parejas de TLP- Trastorno Límite de la Personalidad
 
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Si tienes un familiar, pareja o una persona a la que quieres con un diagnóstico de TLP y tu relación con ella es estrecha conviene que sepas que:
El TLP es uno de los 10 diferentes trastornos de personalidad (TP) y suele aparecer mezclado con rasgos de los otros TP. Si hay dudas en el diagnóstico el primer paso es acudir a profesionales especializados que puedan afinar en el mismo.
Es básico que te informes lo antes posible de las características de este trastorno y busques ayuda para ti también.
La psicoeducación de los familiares es esencial:
A- Es muy útil disponer de información actualizada y transmitida por parte de un profesional especializado en TLP para evitar:
•  Caer en el catastrofismo y la incertidumbre cuando se sabe el diagnóstico
•  Actuar de forma impulsiva buscando soluciones rápidas a cualquier coste
•  Dar palos de ciego a la hora de buscar terapeutas o lugares de tratamiento
B- El siguiente paso consiste en iniciar un proceso de aceptación de la persona que padece el TLP para conseguir:
  • No dividir a la persona en dos ( La que desearíamos, cuando “está bien” y la que a veces es, cuando “está mal”) y aceptarla como un todo con los aspectos que nos gustan y los que no
  • No invalidarla consciente o inconscientemente, pasando por alto sus necesidades reales y la validez de su forma de sentir, actuar y pensar aunque no sea la nuestra
  • No verla como “un problema” sino como una persona con un trastorno mental severo
  • No actuar con ella movidos más por sentimientos como miedo, pena u odio más que por empatía
C- Paralelamente a los dos pasos anteriores es esencial que te observes a ti mismo y te hagas consciente de cómo te está afectando a ti y a tu vida la convivencia con el TLP para:
  • Buscar ayuda profesional para ti si crees que puedes tener depresión o ansiedad a nivel clínico, si estás teniendo conductas más impulsivas, agresivas o evitativas de lo habitual, si han aumentado de forma importante algunos síntomas como insomnio, cefaleas, molestias gástricas, ...
  • Detectar si puedes estar manteniendo conductas no adaptativas de la persona con TLP sin ser consciente de ello
  • Protegerte y no quemarte demasiado rápido si quieres poder seguir estando al lado de la persona querida que tiene TLP
  • No caer en la codependencia y no descuidar al resto de personas de la familia que también pueden necesitarte
  • Darle al TLP el mensaje de que él no es el único que tiene que hacer cambios sino que también el entorno familiar tiene que mejorar. Esto le supone un alivio y validación
Sabemos y así lo hemos visto en estos años de trato con cientos de familiares que es un proceso largo y difícil que pasa por varias fases, pero es posible hacerlo y los beneficios compensan el esfuerzo.
Si eres pareja de una persona afectada
Al igual que los familiares es importante que te informes de las características del trastorno para comprender algunas de las conductas del TLP que pueden afectar más a la relación como: promiscuidad sexual, abuso de sustancias, cambios bruscos de humor, idealización y devaluación, aproximación y rechazo, dependencia etc.
Este tipo de conductas no son de fácil control para personas que no siguen un tratamiento. No las tomes a título personal aunque pongas tus límites y motiva a tu pareja para que se ponga en tratamiento.
A diferencia de lo que se piensa a veces, algunas personas que padecen TLP pueden llegar a mantener relaciones largas y estables a su manera, aunque el entorno las entienda como caóticas. Muchos se casan y tienen hijos.

El TLP puede ser una persona con gran poder de seducción tanto en el ámbito físico como por su personalidad ya que suelen ser inteligentes, originales, sensibles, cultos y con talentos artísticos y creativos.
Pueden iniciar relaciones de pareja de forma muy temprana, son frecuentes las relaciones cambiantes y poco duraderas. Si cumplen el criterio diagnóstico 4º de impulsividad es posible que tengan promiscuidad sexual, lo que dificulta el mantenimiento de relaciones estables. Suelen crear vínculos de dependencia y amor- odio con sus parejas y caen con cierta facilidad en relaciones de malos tratos.

Ante este panorama se podría pensar que las personas con TLP se plantean las relaciones de pareja de forma muy diferente a los demás, pero nada más lejos de la realidad. La mayoría de los casos, sobre todo mujeres, tienen deseos y expectativas muy normales puesto que les encantaría tener una pareja estable; sentirse protegidas; ser madres y tener una familia propia. Sufren enormemente cuando sus deseos se truncan por la acción de sus propios síntomas y conductas.
Homosexualidad
No se conocen estudios serios ni concluyentes sobre la mayor incidencia de la homosexualidad entre pacientes de TLP. Sí es cierto que las dificultades de identidad propias del trastorno pueden llevar más a menudo a dudas sobre las preferencias sexuales y sobre la propia identidad sexual.
¿Dónde puedes obtener ayuda como pareja?
Puedes asistir a los seminarios psicoeducativos para familiares, implicarte en la terapia que siga tu pareja, consultar libros de auto ayuda dirigidos a parejas. En la bibliografía puedes encontrar alguno.
Si eres hermano/a de una persona con TLP
Tu papel es muy importante y has de formar un equipo junto con tus padres. Es posible que pienses que tu hermano podría esforzarse más, que es un “consentido” de tus padres, que les hace “la vida imposible” y que ellos deberían actuar de otra manera. Tus padres necesitan tu apoyo y comprensión porque no es fácil para ellos equilibrar la atención que requiere la persona con TLP. Evita culpabilizarlos y haz críticas constructivas aportando alternativas. También pueden aparecer celos, ya que la persona con TLP suele idealizar la suerte de sus hermanos y pensar que son mejores que él.
Pero en muchos casos puede haber una buena relación de complicidad y apoyo entre la persona con TLP y sus hermanos.

Si eres amigo/a de una persona con TLP
Piensa que las personas con TLP necesitan de los demás y buscan a veces de forma desesperada vincularse a otras personas. Tienen un enorme miedo a al rechazo y a ser abandonados, esto hace que a veces puedan ser absorbentes, impacientes y exigentes con sus amistades. Lo suelen dar todo en las relaciones y pueden tener también expectativas muy elevadas respecto a cómo han de ser los otros con ellos. Su forma de ver las cosas “en extremos” les hace que idealicen y luego devalúen a una misma persona. Estas actitudes aumentan el tan temido rechazo hacia ellos y se genera un círculo vicioso que llena de desesperanza y frustración a la persona con TLP, que ve perder y cambiar sus amistades o cada vez le cuesta más encontrarlas.
Sin embargo hay que valorar que las personas con TLP dan gran importancia a la amistad, son muy sensibles y solidarios cuando alguien lo necesita, rechazan en extremo las injusticias sociales, son humanitarios y pueden aportar mucho en una relación.
Si aprecias a alguien con este problema intenta no juzgar su conducta de entrada, infórmate sobre el trastorno que padece, se sincero y asertivo con él si hay algo que te moleste. Sé flexible y comprensivo. Intenta sobre todo ser muy honesto y transparente.
Estas son algunas de las cuestiones que puedes plantearte si convives con una persona con TLP
  1. ¿Evitas el contacto con personas que te dicen que no actúas de forma correcta respecto al TLP?
  2. ¿Tienes la necesidad de encubrir algunos comportamientos del TLP o mentir para protegerlo a él o tu relación con él?
  3. ¿Te estás aislando socialmente? ¿ De qué forma?
  4. ¿Tu rutina diaria y mi vida dependen tanto del estado del TLP que te ves arrastrado por él y casi no tienes vida propia?
  5. ¿Te produce el solo pensamiento de pasar un tiempo con el TLP una sensación física desagradable?
  6. ¿Estás continuamente pendiente de cualquier movimiento del TLP y esto te hace estar nervioso e hipervigilante; descuidando a otros miembros de la familia?
  7. ¿Alguna de las conductas del TLP te ha causado problemas legales, sociales o financieros? ¿Ha ocurrido esto más de una vez?
  8. ¿Crees que es tu sola responsabilidad resolver los problemas del TLP porque sin nadie lo hará?
  9. ¿Te has vuelto depresivo desde un punto de vista clínico?
  10. Ante ataques físicos, verbales u otros posibles abusos del TLP. ¿Crees que no puedes hacer sino aguantar como prueba de que lo quieres?
  11. ¿Has actuado de forma contraria a tus valores o creencias? ¿Notas que fumas, bebes, comes o te auto-medicas más de lo habitual?
  12. ¿Tomas decisiones influido por el miedo, presiones o culpabilidad?
  13. ¿Tiene tu relación con el TLP más que ver con poder y control que con amabilidad y cuidado?
Si respondes de forma claramente positiva a siete o más de estas preguntas es muy probable que seas un típico no-TLP y por tanto necesites ayuda.
 

TLP: el huérfano rabioso

TLP: el huérfano rabioso
 
trastorno límite de personalidad (TLP), muy frecuente en la actualidad y de intensidad muy variable -desde muy leve hasta muy severa-, se caracteriza por los siguientes rasgos:
1) avidez-rechazo afectivo, 2) inestabilidad emocional, 3) ira crónica, 4) baja autoestima, desmotivación y sentimientos de vacío, 5) inadaptación social y fracaso.
Secuelas de todo esto pueden ser las ideas paranoides, ánimo litigante, celos compulsivos, violencia doméstica, impulsividad, ansiedades, adicciones, autolesiones, ideas o tentativas de suicidio, anorexia o bulimia, delincuencia, etc. ¿De dónde proviene todo ese incontenible sufrimiento?
La exploración psicodinámica muestra que, en general, la infancia de las personas con TLP ha transcurrido en familias sin amor, o con malos tratos, o rotas, o con trastornos psicológicos severos (alcoholismo, depresión, histeria, psicosis, etc.). Estas situaciones pueden ser evidentes o, por el contrario, muy sutiles y hasta inconscientes para sus implicados, pero siempre igualmente nocivas. El niño/a con TLP es emocionalmente un huérfano que no ha gozado ni, por tanto, incorporado en su primera infancia el amor, confianza y seguridad indispensables para el desarrollo de su carácter y su felicidad. Sin embargo, su orfandad no es simplemente evitativa (narcisista) o depresiva sino, por suceder en un entorno cargado de miedo y odio, particularmente agresiva, furiosa. 
El huérfano rabioso odia, en efecto, a su familia y a todo lo que la representa -pareja, autoridad, sociedad, trabajo, incluso a sí mismo- porque fue desamado y maltratado. Pero su ira no anula su soledad, sino que sufre un terrible conflicto entre su insaciable avidez amorosa (llena de dominación, posesividad, celos, envidias, etc.) y su rabia desconfiada contra ese mismo amor. Por eso lo teme, no sabe disfrutarlo ni agradecerlo, se agobia con él y lo sabotea hasta destruirlo... descargando así sus viejos rencores infantiles y recuperando la falsa seguridad de su caparazón narcisista.  Éste es el motivo de su inestabilidad emocional y del fracaso de sus relaciones. A veces el dolor del TLP es tan intenso que presenta síntomas casi psicóticos (celos o rabia delirantes, envidias patológicas, distorsiones extremas de la realidad, alucinaciones, etc.).
La persona con TLP intenta escapar de su sufrimiento de muchas maneras. Una de ellas es la hiperactividad o la euforia, seguidas generalmente de bajones; se trata del aspecto maniaco-depresivo de este trastorno. Otra forma de alivio es la práctica de gratificaciones rápidas (adicción a drogas u otras actividades, comida (bulimia), sexualidad (enamoramientos, promiscuidad), exhibicionismo social (fama, prestigio), compras, violencia, etc.). Cuando todas estas defensas fallan o no son suficientes, entonces la depresión subyacente gana terreno y puede emerger en forma de abatimiento, autoabandono, ideas suicidas, etc. Y si el huérfano rabioso está demasiado reprimido o bloqueado para desfogar sus emociones, entonces éstas se manifiestan como ansiedades.
Como se siente insoportablemente culpable por odiar consciente o inconscientemente a unos padres de quienes sigue esperando infantilmente su amor, el huérfano rabioso carece de toda autoestima y desplaza su furia contra sí mismo (anorexia, autolesiones, vida irresponsable o peligrosa, intentos de suicidio, etc.), lo que le sirve además de voluntario autocastigo. Por otra parte, el desamor infantil que padece lo ha privado del desarrollo de un yo suficientemente fuerte y autocontenedor, de modo que el huérfano rabioso no logra comprenderse, no sabe quién es ni qué quiere, no distingue lo conveniente de lo inconveniente, no puede controlar sus emociones ni sus impulsos, no sabe cuidar de sí mismo. Se siente vacío, despreciable, caótico, sin derecho alguno a la felicidad. Por eso no logra adaptarse ni estabilizarse en ningún ámbito, ni familiar, ni laboral, ni social. E ignora, como todos los neuróticos, que una parte de sí mismo desea secretamente no cambiar nunca.  
La frecuencia del TLP parece haber aumentado mucho últimamente, y seguirá haciéndolo. Las actuales condiciones socioeconómicas lo favorecen. Los huérfanos rabiosos se incuban en las innumerables familias que pelean o se ignoran, en las guarderías, frente a los solitarios televisores, con las "canguros", entre las montañas de juguetes con que los padres sustituyen al amor y sobornan a sus hijos, bajo la tormenta de separaciones y divorcios, en el abandono adolescente entre ordenadores y teléfonos móviles, en las relaciones extremadamente neuróticas de tantos hogares. El sistema social -materialista, competitivo, vacío, violento, sin grandes valores- propicia además un mundo desdichado donde los padres trabajadores -estresados, agotados, enfadados, infelices- no pueden ocuparse adecuadamente de sus hijos (aunque tampoco quieren renunciar al deseo de  tenerlos), de modo que los conciben a medias, los aman a medias, los cuidan a medias y comprenden muy poco o nada sus más íntimas y desesperadas necesidades psicoafectivas. Sólo, por ello, un replanteamiento a fondo de nuestros hábitos familiares y sociales, y una comprensión definitiva de su incidencia en la génesis de los trastornos emocionales y de la infelicidad humana, podría frenar este proceso. 
¿Cómo se mejora el TLP? Fundamentalmente, con comprensión, amor y paciencia. El psicoterapeuta deberá mostrar al afectado sus traumas originales, ayudarle a descargar el dolor y la rabia acumulados, acompañarle emocionalmente, fortalecer su autoestima, mostrarle formas positivas de canalizar su narcisismo, y enseñarle -con el propio ejemplo de la terapia- a recuperar, al menos en parte, la confianza en los seres humanos y la posibilidad de vincularse sana, cariñosa y felizmente con ellos.



José Luis Cano Gil - Psicoterapeuta y Escritor
 

Guía afrontando la realidad del suicidio

Guía afrontando la realidad del suicidio
El suicidio es una de las tres principales causas de mortalidad en todo el mundo y provoca más de un millón de fallecimientos cada año. En el 90%  de  estos  casos  la  persona  sufría  algún  tipo  de  enfermedad mental. Estudios recientes concluyen que la prevención del suicidio es posible. Sin embargo, a pesar de la relevancia de estos datos, la mayor parte  de  los  países  carecen  de  estrategias  específicas  para  abordar esta situación.

Por  esta  razón  la  Confederación  Española  de  Agrupaciones  de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (FEAFES) elabora esta guía,  que  tiene  como  objetivo  sensibilizar  sobre  la  trascendencia  del suicidio  y  orientar  a  aquellas  personas  que  puedan  encontrarse  en situaciones de riesgo, así como a sus familiares y allegados.
La  publicación  de  esta  guía  pretende  contribuir  a  la  iniciativa  de  la Federación Mundial para la Salud Mental de abordar la Prevención del Suicidio como tema del Día Mundial de la Salud Mental 2006.